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Traumatismo fractura mano

Traumatismos y fracturas de la mano

Las fracturas en huesos de la mano pueden recibir distintos tipos de tratamiento, incluyendo desde las férulas inmovilizadoras, hasta la intervención quirúrgica con agujas de Kirschner, cerclajes, tornillos a compresión y placas y tornillos.

El diagnóstico y el tratamiento adecuado es importante para minimizar el riesgo de secuelas. Las secuelas de un tratamiento inefectivo pueden incluir no unión del hueso, también denominada pseudoartrosis, mal unión del hueso con deformidades en los tres ejes del espacio, dolor y limitaciones funcionales.

Fracturas de la mano: su tratatmiento

Las fracturas de falanges de la mano se tratan mejor con férulas inmovilizadoras o con intervenciones poco invasivas como la fijación con agujas de Kirschner. Las agujas consiguen una fijación elástica, dando tiempo suficiente a la consolidación ósea sin necesidad de agravar la fractura con una importante cicatriz. La minimización del tiempo de inmovilización a tres semanas con retirada precoz de las agujas disminuye la secuela cicatricial y mejora los rangos de movilidad en las articulaciones interfalángicas y metacarpofalángicas. Las fracturas que mejor se tratan con agujas son las transversas y las oblícuas. Las agujas de Kirschner se pueden colocar dependiendo de la localización con anestesia local o regional, en régimen ambulatorio o de media estancia.

El tratamiento de las fracturas de falange proximal con patrón espiroideo es mejor con tornillos a compresión, siempre que el diagnóstico de fractura espiroidea no se confunda con un patrón oblícuo largo. El tratamiento con tornillos a compresión permite una movilización precoz y no es necesario aumentar la cantidad de cicatriz, ya que la disección se mantiene en una localización pequeña. Además el tratamiento abierto de la fractura permite un buen control del foco y de los fragmentos, sobre todo si se consigue una reducción anatómica.

fractura de mano
Fractura de falange proximal tratada con tornillos a compresión.

El uso de placas y tornillos en falanges supone la adición de un cuerpo extraño a la fractura que requiere de una disección importante y que puede condicionar un roce con el tendón extensor. En general, nuestra práctica habitual no suele incluir el uso de placas y tornillos por el riesgo de edema, cicatrización y limitación final en el rango de movimiento de las articulaciones metacarpofalángica e interfalángica proximal. Suelen ser intervenciones laboriosas, y la propia secuela cicatricial suele limitar la excursión tendinosa.

Luis Landín

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